El Capitalismo sostenible depende de mí, de usted, de nosotros.
¡TODOS somos consumidores y tenemos un gran poder!
Las empresas tienen claro que en un sistema libre de competencia, dependen de la elección de los consumidores para la venta de sus productos y servicios.
¡Si una empresa no vende poco ha de durar!
Por eso las empresas han venido aplicando la estrategia del análisis de stakeholders con sus clientes desde hace tiempo. Se preocupan por conocer sus necesidades, gustos, psicología, etc, etc. Todo aquello que ayude a captar su atención y en definitiva su elección. Las empresas tratan de satisfacer al cliente e invierten en encuestas, sistemas de gestión y cuanto puedan para lograr este objetivo acorde a la lógica del negocio.
El capitalismo, el liberalismo, la libre competencia funcionan razonablemente bien pues reflejan e interpretan la realidad.
No son sistemas perfectos sino perfectibles, en la medida que mejore la realidad, (hablando de acuerdo a valores éticos).
La experiencia nos ha venido demostrando que cuando las regulaciones aumentan hasta cierto nivel todo empieza a desmoronarse por más buenas intenciones que haya detrás. Tratar de adaptar la realidad a nuestros deseos va acumulando distorsiones y consecuencias.
Pero podemos ir modificando la realidad con nuestras actitudes.
Si como consumidor exijo que los productos y servicios que consumo sean realizados en forma ética y sostenible entonces el mercado reaccionará inmediatamente y los producirá en esa forma.
Si no hago uso de ese derecho entonces quedo librado a las buenas intenciones y posibilidades de los empresarios (y conste que esto se aplica en forma similar a lo público, pero eso es otra historia). Y empresarios hay como en todo, buenos y malos.
Así que, ¿por qué no premiar a los buenos con mi elección?
Si prefiero pagar barato sin importarme que mi proveedor contamine, abuse de derechos humanos, etc., entonces debo asumir que soy igual o peor.
Y si a precio igual compro sin considerar la forma en que se producen los bienes, entonces no rsiste la lógica ni el sentido común.
Si no soy un ciudadano responsable, basta de hipocresías y de exigir cosas que soy incapaz de hacer.
Acabo de ver la noticia de que varias firmas de moda internacionales tienen proveedores en Turquía que presuntamente emplean a refugiados sirios en situación irregular, en algunos casos menores de edad, (BBC británica, 24 de octubre 2016). De acuerdo con este reportaje, del espacio de investigación “Panorama”, las británicas Marks & Spencer, Next y Asos, de venta por internet, cuentan con proveedores que presuntamente emplean a menores sirios en ese país o pagan salarios abusivos a los adultos, aprovechando su necesidad.
En lo personal pienso estar atento a no comprar ningún producto proveniente de esas empresas salvo que demuestren su inocencia.
Con respecto a Volkswagen, decidí no comprar nunca más un vehículo de esa empresa desde que su dirección llevó adelante un fraude organizado contra los consumidores mientras hipócritamente se presentaban como adalides de la ecología.
Gracias a los juicios y a la actitud de muchos consumidores, VW está recibiendo un duro castigo, (aunque no tanto como desearía como para que fuera ejemplificador para toda la industria, no he visto aun que alguien haya ido a la cárcel por esta conspiración para contaminar y engañar!).
“VW dio a conocer el viernes los estados financieros del año pasado y reportó pérdidas netas por 5,5 mil millones de euros (unos 6 mil 200 millones de dólares). Reportó que ha reservado unos 16 mil 200 millones de euros (18 mil 200 millones de dólares), para hacer frente al coste del escándalo.”
Productos japoneses no compro ninguno desde hace años, hasta que no terminen con la cacería de ballenas que en Japón está manejada por el gobierno, una enorme burocracia con presupuestos para investigación, planes anuales, promociones y pensiones.
Y así con todo.
Hoy cuento con la posibilidad de acceder a información en tiempo real que me permite tomar decisiones con más criterio.
Hay que hacer saber a las empresas que hoy es más difícil engañar sostenidamente a los consumidores y que les va costar más caro hacer las cosas mal que bien.
Y hay que premiar con nuestra elección, a todos los empresarios responsables que cumplen con su deber de ciudadanos y que son líderes del desarrollo económico y social en sus comunidades.
La ciudadanía responsable y la responsabilidad social empresarial son los caminos reales para mejorar nuestro mundo.