Un modelo de RSE para América Latina
El Instituto Ethos, de Brasil, es una de las organizaciones líderes de América Latina sobre Responsabilidad Social Empresarial. Pero, ¿a qué se debe ese liderazgo y cómo lo ejerce? Su presidente, Paulo Itacarambi, responde a nuestro colaborador Jorge Emilio Sierra Montoya, director de la Revista “Desarrollo Indoamericano”.
Un modelo de RSE para América Latina
Por: Jorge Emilio Sierra Montoya (*)
El compromiso personal
El Instituto Ethos fue creado en 1988 por un grupo de empresarios brasileños, quienes ratificaban así su compromiso personal con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), no solo el de las compañías a su cargo.
Más aún, su junta directiva está en manos de personas que se representan a sí mismas, no a tal o cual empresa, por lo cual cuando uno de sus miembros se retira no es reemplazado por quien lo suceda en la presidencia de la firma respectiva.
Es un compromiso personal en sentido estricto. Que demuestra, a su vez, en qué consiste la auténtica RSE: los empresarios deben ser socialmente responsables si aspiran a que sus firmas lo sean. Responsabilidad social de los empresarios antes que de las empresas, mejor dicho.
Por ello, desde entonces tiene como objetivo comprometer a más y más empresarios o ejecutivos con esta nueva cultura de hacer negocios en el sentido de ser responsables con la sociedad o, si se quiere, de ser sostenibles.
¿Cómo? Muy simple: evaluar las distintas actividades de las empresas a la luz de sus impactos sociales, de manera que, si son negativos, hay que reducirlos, y si son positivos, de beneficio para la comunidad, hay que ampliarlos.
De otra parte, no se trata solo de cumplir con la ley, como alguien diría. No. Hay que ir más allá de las normas legales, garantizando que cada negocio sea sostenible –por su impacto económico, social y ambiental- para alcanzar finalmente la sostenibilidad de la sociedad.
El futuro de la humanidad depende en gran medida de nuestras empresas, en definitiva.
Guía para ser sostenible
Pero, ¿cómo hacer para que las empresas sean sostenibles? Se requieren cambios, como es obvio. Y para llevarlos a cabo está precisamente el Instituto Ethos, según explica su presidente, Paulo Itacarambi.
Ese propósito –agrega el directivo, vinculado de tiempo atrás a la organización- lo cumple por medio de varias líneas de trabajo, los proyectos respectivos y, sobre todo, las actividades de motivación a través de congresos, foros, seminarios, etc., creando grupos de trabajo en las empresas para adelantar dicho proceso de aprendizaje.
Para ello, dispone de indicadores de gestión, de guías para desarrollar la cadena de valor, de técnicas y metodologías muy útiles cuando se trata de hacer sostenible a la empresa, cualquiera sea.
Son, sí, desarrollos propios del Instituto, casi siempre en alianza con centros similares, como el Pacto Global de Naciones Unidas y el Global Reporting Initiative –GRI-, entre otros, dentro de un espíritu solidario que es o debe ser propio de la Responsabilidad Social Empresarial.
Un material que por cierto está disponible, así como numerosas publicaciones especializadas, en su páginas web: www.ethos.org.br, con un simple requisito: dar el crédito correspondiente a la institución, en cabal respeto por la propiedad intelectual.
“El material se puede adaptar a las circunstancias particulares de cada país”, precisa Itacarambi, quien subraya a propósito que la tarea en cuestión es de carácter didáctico, de formación en valores, la cual dio origen hace varios años a “Uniethos”, brazo educativo del Instituto en alianza con universidades y otros centros académicos para dar cursos de capacitación.
“Son alianzas particularmente con facultades de negocios”, explica.
Liderazgo en solidaridad
Un trabajo solidario, insiste. Por ejemplo, con los distintos medios de comunicación, cuya responsabilidad social –afirma- es enorme. ¿Cómo? De nuevo, por medio de alianzas que han permitido realizar debates sobre esa responsabilidad de la prensa; crear una red de periodistas comprometidos en tal sentido (¡cerca de mil en Brasil!), a quienes se capacita en forma permanente, y conceder un premio anual de periodismo en RSE, conveniente a todas luces.
Con las universidades, claro está. Como la estrategia orientada a estimular la RSE entre los alumnos, quienes pueden abordar ese tema en sus tesis de grado y participar también en un concurso cuyos resultados hablan por sí solos: ¡algunos trabajos ganadores se convirtieron en textos de estudio para las mismas universidades!
Y con las empresas, como es lógico. ¿Cómo? Que participen en los mencionados grupos de trabajo, en especial dentro de la cadena de valor que permite reunir a las grandes con las Pymes, según proyectos como el que se adelanta con el Banco Interamericano de Desarrollo –BID-, todos a una en busca de su sostenibilidad o de ser, en fin, socialmente responsables, un objetivo comparable –señala- al que hace varios años se impulsó en torno a la calidad total.
No es de extrañar, entonces, que de las once empresas asociadas al Instituto Ethos en su fundación se haya pasado a más de un millar, sin que haya sido necesario contar con algún apoyo del Estado, pues sus recursos solo provienen del sector privado.
Con razón, Ethos se ha convertido en modelo de la RSE en América Latina, ejerciendo un liderazgo indiscutible en la región. “Que nunca hemos buscado”, aclara.
Globalización con equidad
Según Itacarambi, la RSE se justifica a la luz de la creciente brecha social en el mundo, acentuada incluso por los procesos de globalización y apertura económica, a los que no son ajenos los países latinoamericanos.
El reto es, por consiguiente, reducir esa brecha, más aún cuando el desarrollo tecnológico no está diseñado para dicho propósito sino para bajar los costos y elevar la productividad y la competitividad, como es sabido.
Se requiere, en fin, globalización con equidad. Y para ello –observa-, es indispensable que las empresas sean sostenibles, con la responsabilidad social que exigen tales circunstancias.
De hecho, admite que la ola de RSE o sostenibilidad es similar a la de calidad total que viene de tiempo atrás y todavía no ha desaparecido.
Pero, advierte que tampoco es una moda. Al contrario, es una consecuencia lógica –explica- de la insostenibilidad en el mundo, la cual es evidente a través de la brecha social, de los problemas generados por el cambio climático y de la crisis de valores por el egoísmo, la falta de cooperación y la corrupción, causantes a su vez de la pérdida de confianza en los mercados.
El Estado, por su parte, es incapaz de resolver esos problemas, siendo necesaria la participación de las empresas privadas en ejercicio –insiste- de su responsabilidad social.
Los valores morales son fundamentales, a su modo de ver. O la ética, para ser exactos.
Sólo que no se trata –afirma- de un asunto teórico, abstracto, sino que debe traducirse en acciones concretas, de la vida práctica, como son los mecanismos establecidos en las empresas para prevenir actos de corrupción entre sus empleados, aún los de más alto nivel, o en los procesos de contratación con el Estado, donde suelen ser habituales los sobornos en nuestros países.
Tan concreto es –señala- que en Brasil numerosas empresas suscribieron un pacto nacional en tal sentido, con el compromiso explícito de enfrentar la corrupción, garantizando su integridad como expresión de su RSE.
Más allá de la filantropía
Por último, Itacarambi señala que la lucha contra la pobreza, orientada a reducir la brecha social, no puede confundirse con la mera filantropía, pues hay que desarrollar –advierte- actividades productivas en la comunidad, promoviéndolas desde la base de la pirámide, en los estratos de menores ingresos, como parte de un plan estratégico en las empresas, el cual comprende, en forma integral, a los diferentes eslabones de la cadena de producción.
He ahí –dice- la verdadera Responsabilidad Social Empresarial, la misma que tampoco debe dejar a un lado los aspectos ambientales, estableciendo su impacto en tal sentido y adoptando tecnologías limpias.
¡Tomen atenta nota, señores empresarios!
(*) Director de la Revista “Desarrollo Indoamericano”, Universidad Simón Bolívar, Barranquilla (Colombia) – jesierram@gmail.com